martes, 24 de abril de 2007

El sueño de la razón produce monstruos


Hola amigos. No he podido resistir la tentanción de volver a comunicarme con vosotros esta noche y es que hoy no puedo dormir. Estoy asustado. Si hasta hoy os había contado las cosas buenas de estar muerto y todo lo que me había impactado durante la vida, ahora siento la urgente necesidad de hablaros sobre el miedo. Yo antes de morir, como todos vosotros, creía conocer lo que era el miedo, pero ahora sé que no es así. Y es que aquí en el cielo he conocido a muchos muertos que saben lo que es de verdad, que lo han experiementado. Niños que han visto la muerte de cerca, voces silenciadas, rostros olvidados... A veces, por las noches, nos reunimos y contamos nuestras historias, pero hoy ha habido una que me ha impactado sobremanera:


Había comenzado otra vez. Hacía mucho tiempo que no pasaba pero esa noche volvió a suceder. De nuevo regresaban sus pesadillas y no podría volver a dormir.
En todos los cuentos, cuando los niños tienen miedo durante las noches, aparecen sus padres para arroparlos y contarles cuentos y así los pequeños se calman y pueden volver a conciliar el sueño. Pero su familia no era así.
Él sólo tenía ocho años y no sabía muy bien a qué se dedicaba su padre ni porqué llegaba siempre a casa con la cara afligida por el cansancio y la tristeza. Pero si sabía una cosa de su padre, que tenía mucho miedo.
Por eso, muchas noches, desde su cuarto, podía oír perfectamente, los chillidos que pegaba su padre desde la habitación. Nunca supo si gritaba despierto o dormido, en realidad eso no importaba, sólo sabía que eran alaridos de miedo.
Hacía muchas noches que no le oía, pero esa noche estaban allí de nuevo esos malditos chillidos que le traspasaban, que le enseñaban lo que era el sufrimiento con una edad con la que ni siquiera sabía bien cuál era el significado de esa palabra.
Cuando empezó todo aquello, lo primero que hacía era taparse los oídos todo lo fuerte que podía para no tener que soportarlo. Pero su padre no sólo gritaba, sino que también acababa llorando con una tristeza que lo arrugaba, lo encogía, hasta terminar llorando con su padre, pero solo, en su habitación.
Cuando lloraba, se imaginaba a su padre, muerto de miedo, en el cuarto del otro lado de la casa. Pero también podía imaginarse a su madre, al lado de su marido, inmóvil, sin atreverse a mirarlo y esperando que todo aquello pasara. Ella nunca intentó consolarlo, sabía que no merecía la pena.
Pero esto sólo fue así al principio. Después de mucho tiempo su madre supo que no podría seguir aguantando aquello. Así, una noche, aquel niño de ocho años, vio como sus padres entraban por la puerta de su habitación cogidos de la mano y observó cómo su madre ponía a aquel ser desvalido, a su padre, entre sus brazos para que lo acunara. Sólo así conseguía calmarse. Y aunque nunca se callaba del todo y los sollozos eran persistentes, aquel padre se encogía protegido entre los brazos de aquel hijo que le acunaba mientras la madre les observaba a los dos, de nuevo inmóvil, durante toda la noche.
Y esa madrugada volvería a pasar, el niño se mordía los labios hasta hacerse sangre para retener las lágrimas que le sobrevenían, para que sus padres no pudieran verlas, porque sabía que aquella noche, en cualquier momento, entraría el miedo para que lo acunara.


Amigos, los del otro lado del cielo, ayudadme, porque esta noche no puedo, o más bien, no me quiero dormir.




La ciudad eterna


Hola otra vez desde el cielo. Hoy estaba aburrido y estando aquí, más arriba de las nubes, me he puesto a mirar a mi alrededor y por un segundo he creído estar en Roma. Cuando estaba vivo, debido a mi trabajo de periodista, tenía que viajar un montón y además conocer nuevos lugares era una de mis grandes aficiones. Durante años conocí multitud de ciudades distintas pero ninguna me impactó tanto como Roma. Y es que la que es conocida como "la ciudad eterna" ante mis ojos se presentó como "la ciudad del agua".

Porque entre las ruinas del antiguo imperio romano, su loba capitolina que representa un espíritu de fundación y nacimiento, su Bocca de la Veritá, su Pietá de Miguel Ángel, su historia de la vida de la Capilla Sixtina, su inexpugnable Castillo de Sant'Angelo, sus flores, su olor o sus pinturas está el agua de sus fuentes.


El agua de las fuentes romanas supone un viaje físico y alegórico ideado por los dioses. Cuenta la leyenda que el almirante y fundador romano Agripa mandó encontrar un manantial virgen en la antigua Roma y construir una fuente en honor del mar Neptuno. Lo que el imprudente Agripa no sabía es que la fuente en sí ya estaba consagrada a Neptuno, como ocurría con todo el agua dulce del mundo. Así que el dios no aprobó en absoluto su apropiación por parte de los romanos y acompañado por los tritones y toda su corte Neptuno desató su furia en una plaza de la ciudad romana hasta que la inundó. Esa plaza era la plaza donde hoy se encuentra la inmortal fontana di Trevi. Todas las fuentes romanas tienen detrás una historia mítica y sobre todo eterna, pues además no pertenecen sólo a Roma sino, en su universalidad, al mundo entero


Por eso el cielo me recuerda mucho a esta ciudad, porque Roma está más allá del tiempo. No es que los antiguos arquitectos romanos imaginaran cómo era el cielo para diseñar su ciudad, sino que los constructores celestiales muertos de envidia y de celos decidieron hacer el cielo a imagen y semejanza de Roma.

domingo, 22 de abril de 2007

El final de una historia



Últimamente ando un poco triste. Aunque aquí en el cielo se está muy bien y se comprende mejor el sentido de las cosas la verdad es que uno se vuelve un tanto melancólico. Lo cierto es que echo mucho de menos a los míos a pesar de que aquí no tengo preocupaciones. Además, aquí estoy rodeado de mucha gente con historias tristes. Bueno, triste no es la palabra, se trata más bien de historias que quedaron interrumpidas.
Al igual que hace poco os contaba que el dibujante Máximo era un ángel, ahora tengo cada vez más claro que algunos poetas ven más allá del mundo mortal y que la inspiración les viene de aquí, del cielo. Uno de mis poetas favoritos cuando yo estaba vivo era Ángel González y ahora entiendo porqué. Y es que Ángel González, un ángel en la tierra, cuenta mejor que nunca esas historias interrumpidas que persiguen a la gente que luego llega al cielo. Os dejo uno de los poemas de Ángel titulado Historia apenas entrevista:

Con tristeza,
el caminante
-alguien que no era yo, porque lo estaba
viendo desde mi casa- recogió su polvoriento
equipaje, se santiguó, y anduvo algo.
Luego dejó de andar, volvió la cara,
y miró largamente al horizonte.
Iba ya a proseguir quién sabe a dónde,
cuando vio a alguien que venía a lo lejos.
Su rostro reflejó cierta esperanza, después una terrible
alegría. Quiso gritar un nombre, pero
su corazón no pudo resistirlo,
y cayó muerto sobre el polvo,
a ambos lados el trigo indiferente.
Una mujer llegó, besó llorando
su boca, y dijo:
Ya no puedes oírme,
pero juro
que nunca había dejado de quererte.

Ya sé que la poesía no se puede explicar ¿pero qué historia creéis que se esconde detrás de este poemas? Hasta la próxima

sábado, 14 de abril de 2007

Máximo es un ángel


Hola mis queridos amigos terrestres. Otra vez tengo la urgente necesidad de hablar con vosotros debido a las cosas tan sorprendentes de las que me estoy enterando aquí en el cielo. Lo que voy a descubriros tiene tanta trascendencia que debéis estar bien atentos. Todo el mundo en la tierra se pregunta que hay después de la muerte. Y aunque hay muchos que parecen tenerlo claro (el cielo para los creyentes y los gusanos para los ateos) la verdad es que nadie lo sabe con certeza. Otra duda que los mortales suelen tener es si los muertos después de fallecer pueden regresar o de si existen los ángeles. Yo, antes de morir no creía en nada de esto, me declaraba agnóstico. Pero, ahora, en el cielo ¡he descubierto que tenéis un ángel entre vosotros!. Como sabéis el diario El Pais que se realiza en Madrid cuenta con un dibujante de gran prestigio llamado Máximo. En muchas ocasiones sus viñetas hacen referencia a un Dios irónico que mira a una Tierra de la que no se siente nada orgulloso.

Yo, antes de morir, admiraba mucho esa forma tan inteligente de hacer humor sobre las cosas fundamentales de la existencia, pero ya notaba una simbología oculta y extraña que ciertos días no era capaz de descubrir. Y es que Máximo es ¡un muerto!, pero no un muerto cualquiera sino que es un ángel que está en la Tierra para abrirnos los ojos. Que por qué lo sé. Pues porque ya os conté que aún no he conseguido ver a Dios (del que se rumorea que es negro), pero ya he visto que se comunica a menudo a través de pantallas y su imagen es exactamente igual a la que da Máximo en forma de triángulo en los diarios. No se trata sólo de un símbolo de sabiduría.

Así que ya sabéis, a partir de ahora mirad los periódicos y en concreto la viñeta del enviado Máximo con otros ojos, porque os puede descubir las claves de la vida.

Sin más, me despido hasta otra.

Carpe Diem